
La Belleza Oculta
Arrecifes coralinos de Cuba y su importancia ecológica
El término arrecife ha sido utilizado históricamente por los navegantes para designar cualquier obstáculo submarino de gran tamaño que impida el paso de las embarcaciones. Por ello, la mayoría de los diccionarios modernos definen este término como “bajo de rocas a flor de agua” o, de manera más precisa, como “un banco formado en el mar por piedras o corales próximos a la superficie”.
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Desde el punto de vista ecológico, un arrecife es un ecosistema submarino en el que ciertos organismos construyen estructuras sólidas que sirven de hábitat y protección para otros. La acumulación de estas estructuras modifica tanto las características físicas como ecológicas del entorno.
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Algunos arrecifes se originan por la unión de cianobacterias y esponjas calcáreas que se acumulan en forma de capas. En otros casos, la formación se debe principalmente a la consolidación de algas rojas de consistencia pétrea, a la agrupación de las conchas tubulares de determinados moluscos del género Vermetus o a la acumulación de tubos calcáreos producidos por gusanos serpúlidos o sabélidos.
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En cuanto a los arrecifes coralinos, estos se caracterizan porque su estructura principal está constituida por corales. Se estima que existen aproximadamente 284.300 km² de arrecifes coralinos en el planeta, esto representa apenas el 0,089 % de la superficie de los océanos y menos del 1,2 % de la corteza terrestre mundial.
En Cuba, la isla mayor está rodeada por 3.966 km de arrecifes, casi en su totalidad.