Impacto
Desbalance bioerosión: La bioerosión es un factor destructivo importante para los corales formadores de arrecifes, ya que organismos como poliquetos y esponjas desgastan su matriz calcárea, debilitándolos. Los bioerodadores se alimentan de suspensión, mientras que las especies calcificantes son principalmente autotróficas. Los ambientes ricos en nutrientes y materia orgánica favorecen a estos perforadores, lo que aumenta la erosión, especialmente cuando mueren partes de los corales. En arrecifes sometidos a estrés, la erosión puede superar la calcificación, y la duración de este proceso depende de las características de los corales y de la población de bioerodadores. En Cuba, algunas crestas coralinas están transformándose en bajos con corales aislados, debido al desbalance entre calcificación y erosión provocado por la mortalidad masiva de corales a finales del siglo XX.
Disturbios atmosféricos: Los disturbios atmosféricos, como los ciclones y tormentas, afectan a los corales de diversas maneras, dependiendo de su magnitud, dirección, tiempo de paso y características del relieve submarino y las comunidades coralinas. Estos eventos pueden causar daños físicos, pérdida de energía y muerte de corales debido a la resuspensión de sedimentos, aumento de turbidez y aportes de agua dulce y contaminantes. Generalmente, los mayores daños ocurren a profundidades de 0 a 20 metros, aunque en arrecifes inclinados, la pérdida de cobertura coralina puede ser mayor en áreas más profundas. En Cuba, los arrecifes del suroeste y noroeste son frecuentemente impactados por ciclones, como el ciclón Gilbert en 1988 y el huracán Michelle en 2001, que causaron daños significativos a especies vulnerables. Sin embargo, algunos fenómenos meteorológicos pueden tener efectos positivos al eliminar partes débiles de los corales, promover la fragmentación y aumentar el sustrato para la fijación de larvas, facilitando así la revitalización y el crecimiento de las comunidades coralinas.
Calentamiento global: El calentamiento global, impulsado por el aumento de los gases de efecto invernadero, provoca un incremento gradual de las temperaturas que deteriora las condiciones de vida de los corales, favoreciendo la aparición de enfermedades y la proliferación de organismos oportunistas. Además, el ascenso del nivel del mar, resultado de la expansión térmica de los océanos y el derretimiento de glaciares, se estima en 2 a 9 mm por año, lo que podría afectar especialmente a los corales de aguas superficiales costeras. Aunque la velocidad de acreción de los arrecifes es de aproximadamente 10 mm por año, lo que podría permitir a los corales adaptarse al aumento del nivel del mar, este fenómeno también podría cambiar significativamente la abundancia y diversidad de las comunidades coralinas. En Cuba, las características geográficas, como la baja amplitud de marea y la tendencia al ascenso del terreno, podrían ayudar a mitigar los efectos del aumento del nivel del mar, aunque algunas áreas podrían experimentar deterioro debido a la remoción de suelos.
Incremento de radiación ultravioleta: Los corales pétreos y otros organismos marinos cuentan con pigmentos protectores que absorben o reflejan la radiación ultravioleta (UV), pero el daño en la capa de ozono, causado por clorofluorocarbonos, podría aumentar esta radiación en hasta un 10%. Este incremento puede resultar en una protección insuficiente para muchos corales, especialmente aquellos que habitan en aguas superficiales. La radiación UV extrema puede afectar negativamente a las larvas durante el desove y contribuir a enfermedades y muertes en especies como Acropora y Millepora. Experimentos han mostrado que la exposición a UV-B provoca retracción de pólipos, descarga de mucus, hinchazón de tejidos y, eventualmente, la muerte de los corales. Aunque la radiación UV-A es menos dañina, en niveles excesivos puede inhibir la calcificación y afectar el DNA y RNA de los corales. Además, los compuestos absorbentes de UV presentes en los corales varían con la profundidad, lo que influye en su distribución en los arrecifes.
Saturación de CO2: La continua emisión de CO2 a la atmósfera podría llevar a una sobresaturación de este gas en la superficie del océano, lo que afectaría negativamente la calcificación de los corales. Un mayor nivel de CO2 disuelto puede producir ácido carbónico, disminuyendo el pH del agua y reduciendo la disponibilidad de iones carbonatos necesarios para la formación de los esqueletos calcáreos de los corales. Esto podría resultar en colonias más frágiles y de menor peso, así como en una reducción de las tasas de crecimiento y tamaños promedio de diversas especies. Los corales formados en estas condiciones serían más vulnerables a daños por fenómenos climáticos y organismos bioerodadores. Los arrecifes en peligro son aquellos donde la producción y destrucción de carbonato de calcio están en equilibrio, especialmente en áreas de altas latitudes, zonas de aguas frías y profundas, y arrecifes afectados por la actividad humana. Aunque estas hipótesis no han sido confirmadas mediante estudios de campo, requieren atención especial.
Enfermedades de corales pétreos: Los estudios sobre las enfermedades de los corales pétreos han aumentado notablemente en los últimos 30 años, revelando un alarmante deterioro en el medio marino. La mayoría de estas enfermedades causan la muerte del tejido coralino, con escasas posibilidades de recuperación debido a la rápida colonización de algas y otros organismos. En el Caribe, se han documentado diversas enfermedades que afectan especialmente a especies zooxanteladas, como la banda negra, que deja el esqueleto del coral intacto, y la banda blanca, que se presenta en colonias de Acropora. Otras enfermedades incluyen la banda amarilla, la banda roja, la plaga blanca, y el blanqueamiento, que resulta de condiciones ambientales desfavorables y puede llevar a la muerte del tejido si persiste. La disminución del herbivorismo, provocada por la mortalidad masiva de erizos herbívoros y la reducción de poblaciones de peces herbívoros, ha exacerbado el crecimiento de algas, lo que impide el establecimiento de larvas de corales y afecta la diversidad y abundancia de las comunidades coralinas. Estos factores, junto con el deterioro del ecosistema, ponen en riesgo la salud de los arrecifes y su capacidad de recuperación ante eventos adversos.
Impacto de pesca comercial y fructiva: En Cuba, la extracción de corales se lleva a cabo con fines farmacéuticos, para acuarios y con propósitos artesanales, aunque la regulación de las dos primeras actividades busca mitigar su impacto. Sin embargo, la colecta artesanal, que ha aumentado significativamente entre 1990 y 2000 por razones económicas, se realiza sin un control adecuado, especialmente en zonas urbanas, lo que ha intensificado el deterioro de los arrecifes. La pesca furtiva de corales en la costa de La Habana ha contribuido a la disminución de especies en aguas poco profundas. Además, la pesca destructiva de peces, mediante el uso de redes de arrastre y explosivos, afecta gravemente las colonias de coral y otros organismos del fondo marino. La sobrepesca de peces herbívoros en áreas urbanas también favorece el crecimiento de algas, afectando la competencia de los corales por el sustrato disponible. Actualmente, se están buscando mecanismos de control para abordar estos problemas.
Contaminación: La contaminación en los arrecifes de coral de Cuba se manifiesta de diversas formas, con impactos severos en las comunidades coralinas. La contaminación por nutrientes, derivada de drenajes de aguas residuales, uso de fertilizantes y detergentes, provoca un aumento de algas que compiten con los corales, reduciendo la luz y deteriorando su calidad de vida. La eutrofización, resultante del exceso de materia orgánica, genera una demanda elevada de oxígeno que puede llevar a condiciones anaeróbicas, afectando gravemente a los corales. La sedimentación, exacerbada por la deforestación y prácticas agrícolas inadecuadas, limita la penetración de luz y perturba el metabolismo de los pólipos, lo que puede resultar en blanqueamiento y muerte. La contaminación por aceites y combustibles, aunque generalmente afecta más a gametos y larvas, puede causar estrés fisiológico en corales establecidos. Además, los desechos sólidos, como plásticos y telas, asfixian y dañan a los organismos marinos. La contaminación por metales pesados, aunque menos estudiada, puede acumularse en los corales y alterar sus tasas de crecimiento y reproducción. Por último, la contaminación térmica, provocada por actividades industriales, ha llevado a blanqueamientos masivos y muertes de corales en áreas cercanas a plantas termoeléctricas. Estas múltiples fuentes de contaminación representan un grave riesgo para la salud de los arrecifes y su biodiversidad.
Alteración de la salinidad: Los corales pétreos son sensibles a las variaciones de presión osmótica y requieren salinidades similares a las de las aguas oceánicas, que en Cuba oscilan entre 34 y 37 ‰. Alteraciones en el curso natural de las aguas, causadas por construcciones costeras, pedraplenes, rellenos y desvío de drenajes litorales, pueden provocar cambios drásticos en la salinidad. Estos cambios impactan mucho a los corales y a otros organismos marinos que no pueden moverse a lugares con mejores condiciones. Esto puede llevar a su muerte y a la reducción de la biodiversidad en los ecosistemas afectados.
Mal uso de los medios náuticos: El mal uso de los medios náuticos, especialmente en aguas poco profundas, causa daños significativos en las comunidades de corales. Muchos patrones de embarcaciones pequeñas se acercan a los arrecifes para actividades recreativas, lo que puede resultar en el derribo de colonias de coral que han tardado décadas en desarrollarse. Además, anclar en áreas coralinas destruye los corales y otros organismos que entran en contacto con el ancla durante las maniobras de fondeo. En fondos blandos, las propelas de las embarcaciones resuspenden sedimentos, ensuciando el agua y las superficies de los corales, lo que agrava los problemas de salud de estos organismos. Estas prácticas irresponsables contribuyen al deterioro de los ecosistemas coralinos.
Impacto de bañistas y buzos: El impacto de bañistas y buzos en los arrecifes de coral es significativo, ya que muchos no tienen cuidado al moverse sobre el fondo marino, utilizando aletas o calzado que dañan los corales. Algunos se sostienen de los corales para impulsarse o estabilizarse, mientras que otros, como pescadores o fotógrafos, se acomodan sobre ellos, causando desprendimientos y fracturas. Los instructores que entrenan a sus alumnos en fondos coralinos también contribuyen a este problema, lo que resulta en la resuspensión de sedimentos y la pérdida del recubrimiento mucoso de los corales. Este desgaste humano lleva a un deterioro rápido de la diversidad y densidad de peces e invertebrados, disminuyendo el atractivo recreativo del área. Además, la práctica de recolectar souvenirs durante las inmersiones daña gravemente a corales y organismos frágiles, sin respetar las regulaciones existentes. Es fundamental entender que el mejor recuerdo de un entorno natural es preservarlo para futuras generaciones.
Efectos combinados: Los problemas que enfrentan los corales suelen interrelacionarse, creando efectos combinados que agravan su situación. Los ciclos reproductivos anuales y la sincronización durante el desove, junto con la acción de depredadores de gametos, limitan la formación de nuevos corales. La presencia de contaminantes y la reducción de corales aptos para reproducirse dificultan el contacto entre las células sexuales. Además, el aumento de nutrientes, la muerte de erizos y la escasez de peces herbívoros han llevado a un sobrecrecimiento de algas, que afecta a las larvas en su búsqueda de un sustrato adecuado. Los jóvenes corales, al enfrentarse a enfermedades, falta de oxígeno, depredadores y sedimentación, ven comprometido su crecimiento y salud. A pesar de los esfuerzos de algunos corales por crecer, muchos sufren daños por impactos físicos y recubrimientos de algas, lo que eventualmente deteriora la calidad ambiental. Cuando estos corales alcanzan la adultez, a menudo están tan debilitados que no pueden soportar tormentas menores, lo que reduce sus posibilidades de sobrevivir frente al ascenso del nivel del mar. Por lo tanto, la calidad del ambiente circundante es crucial para la supervivencia de gametos, larvas, reclutas y corales adultos, subrayando la urgencia de abordar las situaciones negativas que afectan su salud.